Las situaciones adversas nos ponen a prueba, exigen de la resiliencia para ser superadas con éxito, y no nos referimos a que, necesariamente, el primer resultado sea bueno.
“Nadie es perfecto”, se dice y se repite, para no atender a aquellas debilidades que nos asusta abordar. Podemos vernos rodeados o rodeadas de amenazas que se ciernen, y vernos en la obligación de echar un vistazo al interior. Gusta más saber lo que se hace bien, aquellas capacidades que parecen innatas, o aquellas habilidades que nos ha “costado menos” desarrollar.
“La práctica hace al maestro”, otra frase que, en cambio, nos impulsa a hacer más, a seguir esforzándonos sin escuchar a esa voz interior que te puede estar diciendo que ESE es tu límite.
Resiliencia ante las adversidades
La resiliencia también es cuestión de práctica. Podemos combinar el dicho de “nadie es perfecto” con “la práctica hace al maestro”. Buscar formas de ir avanzando, pensar en lo que se tiene sin ocultar lo que falta, y tener una actitud abierta al cambio.
Las adversidades tienen muchas formas de ser afrontadas, mientras hay quien las vea como retos, otros y otras las verán como problemas. Lo cierto es que nos dejan en situaciones muy interesantes, ya que nos invitan a realizar acciones más grandes, que quizá, de otro modo, ni nos hubiésemos planteado. ¡Son caminos para el autodescubrimiento! Y en un sentido empresarial, pueden ayudarnos a iniciar estrategias más arriesgadas, que hagan que nuestra organización se adelante a cambios que están por llegar.
Practicar la resiliencia
Hay mucha diferencia entre aceptación y autocompasión. También entre una visión negativa y una optimista sin perder la noción de la realidad. Asimismo, no tiene nada que ver vivir en el pasado con echar una mirada atrás para observar trayectorias y corregir caminos.
Las emociones están ahí, son inevitables, significan que estamos vivos/as. Aprender a reconocerlas y a trabajar con ellas es uno de los pasos para aumentar nuestra capacidad de resiliencia. Para ello, en Resulta2 tenemos talleres específicos.
Busquemos otro tipo de palabras, más positivas. Cambiemos el manido «problemas», que contribuye al miedo y a la parálisis, y usemos más el concepto «oportunidad de mejora» o la palabra «reto».
Aclaremos nuestros objetivos, y mejor dividirlos en pequeños objetivos, para apreciar mejor el camino realizado y ser más conscientes de las acciones que se están llevando a cabo.
Si quieres que tu organización sea resiliente, sepa abordar retos, y el equipo que la compone sienta seguridad en lo que hace…
hoy es el mejor día para empezar a trabajar.
¿Te atreves al cambio? Cuenta con Resulta2.