Creemos que podemos separar vida personal y laboral, pero todas las experiencias nos afectan, y no podemos separarlas por compartimentos. Junto a ellas, nuestras creencias, asociaciones aprendidas, miedos racionales e irracionales… terminarán influyendo en nuestra forma de actuar. El estrés surgirá en el momento en que sintamos que nuestra capacidad es insuficiente para afrontar la situación en la que nos encontramos, o cuando anticipamos un posible suceso que no tenemos claro cómo abordar.
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La pregunta no es ¿por qué a mí?
Hagámonos preguntas que nos inviten a actuar para cambiar la situación, y no que hagan que dudemos de nuestras habilidades y nos dejen paralizados/as.
Mejor decirnos: ¿qué podemos hacer?
La incertidumbre nos hace perder la sensación de control, y no siempre se pueden hacer cosas para reducirla. Si lo que haría que disminuyera la incertidumbre no depende de nosotros y nosotras, trabajemos para aprender a vivir con ella.
En verano, este “trabajo” de sobrellevar el estrés puede ser más fácil.
¿Y el resto del año? Podemos hacer muchas cosas, aquí van algunas:
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Control de la respiración
Inspiración, espiración, inspiración… este sencillo acto produce una gran relajación en el momento. Podemos ir variando el ejercicio, realizándolo en completo silencio, con música ambiental de fondo, o probando distintas posiciones.
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Pensamiento positivo
Lo que nos decimos va grabándose y va configurando nuestra manera de ver –y afrontar- el mundo. Cuando notemos que un pensamiento nos hace daño, en lugar de intentar borrarlo de nuestra cabeza, démosle unas vueltas. Ese pensamiento, ¿cuenta con evidencias? ¿Me resulta útil? De ser cierto, ¿cómo de graves serían las consecuencias de eso que tememos? ¿Alguna vez me ha pasado algo parecido y lo supe afrontar?
¿Te interesa saber más sobre las ideas irracionales y cómo nos afectan? Lee más en: racionalizando pensamientos negativos.
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Ejercicio físico
Generaremos endorfinas y, a la larga, nos sentiremos mejor con nuestro cuerpo y ese bienestar lo proyectaremos en nuestro entorno, en lo que hagamos. Eso sí, una clave para que el ejercicio físico sea nuestro aliado es escoger una actividad que no acabe siendo una obligación más, sino que la práctica nos cause algún tipo de placer o su exigencia sea dentro de unas márgenes en los que nos sintamos cómodos/as.
Una buena idea es buscar un deporte que sea colectivo, con el que iremos mejorando nuestras habilidades para relacionarnos con el entorno, y, en definitiva, incrementando nuestras habilidades sociales.
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Alimentación contra el estrés
Lo hemos oído y leído muchas veces, pero, a menudo, asociado a la imagen física. La alimentación es muy importante en otro sentido, y comer bien, con una correcta proporción de hidratos, proteínas y grasas, hará que ganemos en vitalidad y que nuestro cerebro funcione mejor. Algunos alimentos, de hecho, ayudan a moderar la producción de cortisol, como las naranjas o el salmón. Lo ideal es llevar al trabajo la comida, para poder hacernos tuppers saludables. Si no es posible, conviene seleccionar bien qué tomaremos de la carta.
Y con esta entrada os deseamos desde Resulta-2 un feliz verano.